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Las progresivas instancias del proceso de diseño arquitectónico deben considerarse como sucesivas hipótesis, cada vez más refinadas, precisas y potentes. Las distintas aproximaciones al objeto final son hipótesis, en tanto que se trata de configuraciones que serán contrastadas, puestas a prueba, por muy diversos procedimientos y en distintas instancias. Cabe consignar, acentuando la idea, que el proyecto en tanto objeto final de este proceso es también hipotético, que la prefiguración de su fabricación y uso se verificará en momentos posteriores.
Está incluido en el anterior enunciado que las hipótesis son configuraciones y no enunciados verbales -aunque eventualmente puedan enunciarse algunos de sus atributos o cualidades- y que no tienen función o sentido explicativo, como acontece en la ciencia clásica, sino función o sentido propositivo. En consecuencia las distintas instancias de la producción proyectual constituyen hipótesis que tienen sus propias modalidades de contrastación y verificación de fecundidad, cuestión decisiva esta última, la de la fecundidad, puesto que las hipótesis son valiosas no solo por su solvencia sino por su capacidad generativa. Esto le da al proceso de diseño algunas características específicas. Por una parte, el proyectista no trabaja con certezas sino con hipótesis, en lo que ello supone de tentativo y pasible de refutación o superación. Por otra parte, la condición propositiva le resta a la práctica del diseñador toda posibilidad de concebirse como respuesta mecánica o algorítmica. Digamos que no responde a los requerimientos sino que los elabora.
La práctica queda así permanentemente abierta y esta apertura -si se quiere, dimensión de incertidumbre- tiene como consecuencia la aparición del segundo de los rasgos básicos que habíamos anticipado. Si cada instancia tiene carácter de hipótesis y por lo tanto puede ser refutada o superada, entonces, el proceso no puede estar linealmente ordenado en una dirección determinada desde su arranque; en cualquiera de sus etapas o instancias puede verificarse la necesidad de revisión de etapas o instancias anteriores. Es entonces, también un rasgo propio de dicho proceso la recursividad o iteratividad. (...) el proceso de diseño puede requerir revisión o replanteo no solo por error sino porque su elaboración ha hecho vislumbrar alguna alternativa superadora, en rigor porque es el propio procesamiento del proyecto el que reordena el sentido de los datos de partida y genera nuevos objetivos. (...) el proceso proyectual se aproxima a la elaboración poética, su lógica interna lo conduce hacia donde solo a tientas sabe que se dirige. (...)"
Proyecto: etapas y dimensiones del intratexto, lógicas del contexto
DOBERTI, Roberto, "Espacialidades", 1a ed, Buenos Aires, Infinito, 2008. Capítulo 2: "Teoría"
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